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14 nov 2012

Prólogo de "Pepe" Méndez


Prólogo de Héctor José Méndez de las obras completas

Alguna vez me pregunte sobre el acierto de darle el apelativo de “Churqui” al poeta de Tilcara. Una paradoja imposible, cierta e imperecedera. Porque designar con el nombre de un árbol leñoso, duro, indómito, espinoso, a veces achaparrado, y otras enhiesto, a un vate romántico, pletórico de nostalgia y entregado a una proverbial bohemia, es aventurarse a caer en el vacío. Es que los lugareños son sabios cuando se trata de endilgar sobrenombres, y Germán, luego de sufrir varios accidentes casi fatales, recibió el bautismo de “Churqui” en el templo de la vida, aludiendo a su fortaleza física. Nervudo, más bien alto, brazos largos y fuertes, cabeza altiva pero desprovista de soberbia, cuerpo longilíneo, sostenido por piernas de mimbre, ágiles y atléticas. Una nariz aguileña y prominente partía de un tajo su mirada recia, profunda, oscura y a la vez humilde y bondadosa, en la que se adivinaba el drama de su vida, el misterio de sus noches y el asombro por los milagros de la Naturaleza.
No puedo precisar en que momento de mi vida conocí a Germán. Si fue cuando concurrí esporádicamente a la escuela de Tilcara, o en tiempos juveniles –guitarra y vino de por medio-, o ahora, cuando me adentré en sus versos al preparar este trabajo, luego de una ardua tarea de recopilación por encargo de sus familiares.
Había nacido el 9 de Abril de 1940, en Tilcara, su “ajorca de esmeraldas”, su “princesa americana”. En la escuela de su pueblo se destacó por su inclinación a la música (tañía su quena trepado a un molle) y por poseer dotes teatrales. Completó su preparación escolástica en San Salvador de Jujuy, donde obtuvo el título de Maestro Normal Nacional en la Escuela Normal Juan Ignacio Gorriti. Con el seudónimo de Juan Manuel de los Surcos se inició en la poesía. Obtuvo premios y distinciones que fueron el alimento necesario para sumergirlo en el mundo literario del que ya no salió jamás.
Su carrera docente, ejercida en escuelas rurales (Las Escaleras, Alto Calilegua, entre otras) quedó trunca, pero su trayectoria lírica, iniciada en 1970 en diarios y revistas jujeños, aún sigue vigente. El teatro y el cine no le fueron ajenos, aunque sólo como instancias complementarias. Sus versos vibraron en el Teatro San Martín de Buenos Aires, respondiendo a una invitación de la Secretaría de Cultura de la Nación, y en la Universidad de Belgrano, también en Buenos Aires. Mereció elogiosos comentarios en la prensa especializada nacional.
Con el apoyo del poeta quiaqueño José Arriéguez en la diagramación, publicó su libro “Los pasos del viento”, en 1984, auspiciado por la Dirección Provincial de Cultura de Jujuy, durante la gestión del profesor Juan Tito Sivila.
Su voz, profunda y grave, quedó registrada en un cassette titulado “Tilcara: Germán Walter Choquevilca dice sus poemas”, del sello Huancar, bajo la dirección de José María Mercado, docente y músico abrapampeño radicado en La Plata.
Como integrante del coro Las Voces de la Quebrada, dirigido por el licenciado Néstor Masuelli, realizó una gira por Medio Oriente acompañando al conjunto folklórico de Jaime Torres. Desde aquellas tierras lejanas trajo poemas nacidos de su nostalgia por la tierra natal y de la admiración de un paisaje distinto.
Nuestra intención de publicar su obra completa (me refiero a la Comisión de Homenaje al “Churqui”, presidida por el Lic. César Lizárraga) naufragó ante la imposibilidad de recuperar sus poesías desperdigadas generosamente por doquier entre amigos, turistas y quienquiera se le haya acercado alguna vez. Quizá fue su única manera de darse a conocer como poeta. Los poemas que aquí presentamos son sólo una parte de su obra, prolífica y desordenada, que hoy ven la luz gracias a la editorial Cuadernos del Duende.
“Churqui” se fue en el umbral del verano, el día de Capac Raymi, cuando el solsticio baña el continente austral. Ese 21 de diciembre de 1987 aún nos duele, pero su genio poético late con vida propia en cada uno de sus versos, en sus poemas de proyección universal.

Héctor José Méndez


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